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El Martes de Carnaval en la Comunidad Indígena de Ixcatlán

  • por

José Casillas Martínez (Centro de Estudios e Investigación de la Barranca, CEIBA)

Febrero de 2023

Para l@s alumn@s y profesor@s de: Jardín de Niños, Primaria, Secundaria y Preparatoria de Ixcatán.

El carnaval en muchas ciudades del país y del mundo, así como en algunos pueblos jaliscienses, es una fiesta en decadencia, debido a la intromisión de los grandes intereses capitalistas en donde se persigue la ganancia, antes que la diversión y el esparcimiento, en donde a menudo corre el alcohol a cubetadas y las drogas sintéticas, seguidas de eventos monstruosos y estrafalarios, con acciones de fuerte raigambre gringo y europeo del siglo XXI que tritura la acción comunitaria y divide a los actores inmisericordemente con el público que intenta ser a la vez actor.

Mas todavía, hay aún barrios citadinos y pueblos como la comunidad indígena de San Francisco Ixcatlan en Zapopan, donde como lo escribe Mariátegui en su texto “Motivos del carnaval”, su trama central “representa una supervivencia pagana que conserva intactos sus estímulos en el medievo cristiano”. (Mariátegui, 1928) Entonces por instantes, en una plaza llena de espectadores, inician los “cóconos del martes de carnaval” cuando el elenco pueblerino sale a escena con su docena de “coconitos” (pavos o guajolotes), la mula; el viejo y la vieja; el comprador y la muchacha; el perro y el coyote, amenizados desde el primer minuto por el tamborazo antiguo de Ixcatán, ensamble integrado por un redoblante, tambora de doble parche y hasta cuatro violines; entonces, el martes de carnaval por la noche, nos retorna a la alegría pagana, en donde no hay impulsos reprimidos, ni civilización refinada, pura intensidad ixcateca creativa.

Señala Mariátegui, “lo que no es popular no tiene estilo. La burguesía carece de imaginación creadora y la clase media (…) mucho más (…) el regocijo de la fiesta depende de sus inagotables posibilidades de invención y de sorpresa. (Mariátegui, 1928).

Y efectivamente la celebración del martes de carnaval en Ixcatán, posee elementos colectivos y comunitaristas, con invención y sorpresa que se han extraviado en otras geografías.

1.- Los comuneros y avecindados se organizan para que precisamente ese día, sean reparados los caminos y brechas comunitarias que los llevan hacia sus tierras de cultivo, pastoreo y bosque. Lo que hace una similitud con el “tequio” o “la peonada”. El camino a la Cruz o a la Soledad; camino al “Potrerillo” u otros que lo requieran, son los puntos de acción comunitaria. Antes se hacía con el camino que iba a la ciudad.

2.- Una vez concluida la jornada caminera, los voluntarios se reúnen en un punto, desde donde son recibidos por las viudas y el tamborazo antiguo para recorrer junto con los curiosos un trayecto hacia el centro de Ixcatán. A la marcha se van sumando personas a su paso.

3.- Una vez que el sol se oculta y han regresado a sus viviendas las familias en pleno, se disparan hacia la plaza principal, siguiendo el llamado del tamborazo antiguo, ensamble musical con más de 150 años de tradición, cuya influencia es alteña de Jalisco y del sur de Zacatecas. Hasta el momento hay 21 melodías que han sido grabadas y que transitan libremente para ser escuchadas: “la chirriona vieja”, “la chirriona nueva”, “el frijolito”, “el toro coleado”, “el coamil quemado”, “el jarabe barranqueño”, “la sacada de la novia”, “la llegada de la novia”, o hasta el chotis “el cafetal”, entre otras.

4.- El elenco una vezreunido y caracterizado, los “coconitos” van ataviados de un cobertor a rayas y un palo en forma de pico atado y sostenido por un niño o niña. La docena de “coconitos” van al centro del escenario e ingresan al ritmo de una melodía que se llama “los guajolotes”, le siguen “el viejo”, “la vieja” y “la muchacha” encargada de cuidar a los emplumados, los actores son varones. Toda la trama tiene escenas que se antojan para asomarse a la psicología y a la sociología barranqueñas.

5.- La “vieja” y “el viejo” poseen una gran energía para bailar y hacer piruetas chistosas y de pronto salen de escena y dejan a la muchacha, bien dotada de frente y retaguardia, alegre, pero muy descuidada, le encargan alimente la docena de “coconitos” y los cuide del “coyote”, le dejan “el perro” para que le ayude, pero es un can tan flojo y perturbado que no sirve de mucho.

6.- Aparece la mula con su aparejo, va cargada de leña, la arrean “el viejo” y “la vieja”. “El coyote” ronda el guajolotero, mientras “la muchacha”, presume sus mejores pasos acompañada del “comprador” que para entonces ya se hizo su novio. Éste ya tuvo un encuentro con los viejos y trató con todo y cuidadora, así que todos descuidan “los cóconos” y el coyote comienza a cazarlos, con la mirada complaciente del “perro”, los jala del pico, los saca del centro del escenario y van mermando cada vez.

7.- Es tal el impulso no reprimido de los personajes, que arrancan carcajadas y exclamaciones muy sonoras, van muy bien ataviados por un equipo que les ayuda a vestirse, que es difícil identificar quiénes representan a “la muchacha”, al viejo, la vieja y al resto del elenco. La harina vuela por los aires hasta llegar al público (antes se hacía con pinole). La representación concluye con la merma total de “los coconitos”.

8.- En conclusión, no se sabe por qué en la representación indígena que seguimos reproduciendo desde hace muchos años, debe ser acompañada por la tambora antigua; tampoco por qué “la muchacha” es tan joven y sus padres tan viejos pero con un vitalidad de jóvenes; ni por qué “el perro” resulta ser buen amigo de “el coyote”; no se conoce tampoco qué cantidad pagó “el comprador” por “los coconitos” o si era el pretexto para llevarse a “la muchacha”, o si la mula la dejaron cargada de leña y las tortillas se quemaron en el fogón; tampoco si el perro fue granjeado y se fue con “el comprador” y enamorado de “la muchacha”.

9.- Lo que sí sabemos, es que el próximo martes 14 de febrero que es también de “San Valentín”, habrá celebración y que ahora se escribe el texto, ya se escucha “escoletear” (ensayar) al ensamble de la tambora antigua, mayormente que dos de sus músicos entrañables, J. Dolores Flores y José Vengas, partieron carrera al más allá, y han heredado el redoblante y la tambora a los que ahora intentan dominarlos, para que en la barranca del río Santiago, la tradición no muera.

10.- A quienes ejercen el magisterio, tales acciones comunitarias pueden ser sujetas de estudio y reflexión en los grupos escolares. Y a los vecinos, amigos y curiosos, de estar en sus posibilidades, les esperamos en el km. 25.5 de la carretera a Saltillo, ingrese al pueblo y el sonido de la tambora lo guiará. Al menos tendrá otra versión de cómo se conmemora el martes de carnaval por este puñado de pobladores, que viven abajo y a la izquierda del río Santiago en Zapopan.

Referencias

Mariátegui, J. C. (1928). Obras completas. 4.- La novela y la vida. Lima: Horizonte Rojo.

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