Armando Chávez Hernández. Profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Guadalajara
Hace algunos días, quienes laboramos en la Universidad de Guadalajara, nos enteramos a través de los medios de comunicación, que el Dr. Ricardo Villanueva Lomelí, rector de esta Casa de Estudios, declaraba que el Sistema de Pensiones de la universidad requiere reformas porque no existe garantía de que resista más allá del 2040. Sin mediar más información al respecto, el rector afirmó que las pensiones de un poco más de 9 mil trabajadores jubilados hasta enero de 2024, están en riesgo porque se gasta más de lo que ingresa.
Hace más de 20 años se nos contó algo parecido. Al igual que ahora, la información fue parcial, solo que en aquel entonces se nos prometieron jubilaciones al 100%. Hoy sabemos que esto no es exacto. En caso de lograr el mencionado porcentaje, en realidad es del 90%, ya que como jubilados se continúa aportando al sistema el 10%, lo mismo que como trabajadores activos. Dos décadas más tarde, resulta que, aún sin recibir los beneficios prometidos, ya debemos hacer otro esfuerzo para garantizar el funcionamiento y pago de las pensiones.
Al no ser informados formalmente de esta reforma, hubo inquietud de las y los trabajadores de la universidad. Por la preocupación existente, se solicitó una reunión con líderes sindicales para que explicaran la situación. En el caso del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, mi experiencia personal en dicha reunión fue amarga. “Nuestro” líder sindical se dedicó a convencernos de las bondades de la propuesta de reforma de pensiones. La información presentada tenía la intención de mostrar “lo crítico y urgente de la situación” y del por qué debemos fortalecer el fondo solidario con la aportación de parte de nuestro salario (1% de los incrementos de los próximos cinco años). Se nos insistió hasta el cansancio que debemos ser eso, “solidarios”. El líder eludió decir que nuestro salario arrastra una pérdida sistemática del poder adquisitivo y que al final del periodo dicho deterioro se acelerará, ya que el 5% de aportaciones al final del periodo, será mayor si lo consideramos con respecto al año 2024. Esa reducción al salario nunca será recuperada.
Lo que no apareció en la información de los líderes sindicales fueron datos claros y precisos para con ellos realizar un debate serio y responsable del Sistema de Pensiones de la universidad. Por ejemplo, el debate debe iniciar a partir de la situación de la diferencia de salarios de nuestra Casa de Estudios. Por decir algo, en nuestra universidad la mayor parte de académicos (el 60% que representan los profesores de asignatura) ganan menos de siete mil pesos mensuales. Condiciones similares de malos salarios se presenta en el personal administrativos y de servicio. En contraposición, los funcionarios universitarios cobran como académicos y como funcionarios, dicho de otra manera, gozan de doble salario. Por su parte, los puestos directivos en la Universidad de Guadalajara perciben ingresos en conjunto, superiores a muchas universidades de prestigio en Latinoamérica, incluso de Europa, esto genera una brecha salarial enorme, injusta y ofensiva, condición que no ocurre en otras universidades de economías más robustas como Europa y Estados Unidos.
Otro dato que debe precisarse es que, al momento, no sabemos por qué se acortó la vida del fondo de pensiones. No está claro por qué los rendimientos son tan bajos (Gráfica 1) ¿Las inversiones de riesgo que se tomaron perjudicaron los rendimientos? ¿Hubo error en las decisiones? No habrá que olvidar que en el año 2019 hubo una merma en el fondo. En ese momento se trató de zanjar las inquietudes diciendo que las inversiones se realizan bajo la supervisión de expertos ¿Se equivocaron los expertos?
Cuando se afirma el hecho de que se gasta más de los que ingresa al fondo, no se ofrecen razones; tampoco se señala a los responsables de lo que ocurrió. Ahora bien, suponiendo que aceptamos el hecho en su versión pura o ahistórica, vale la pena preguntarse ¿Los trabajadores debemos cargar con la responsabilidad? ¿No existen otras vías? Por ejemplo, la práctica de la austeridad para funcionarios y directivos ¿Por qué seguir gastando en infraestructura universitaria con profesores mal pagados? ¿No existen otras fuentes de recursos para resolver el problema? La respuesta a esto último es sí.
Les propongo hacer un ejercicio teórico aproximado, sólo con números redondos con datos de 2023. Si consideramos un promedio de 100 pesos por trabajador, como el 1% que se propone para alimentar el fondo, lo cual saldría de los sucesivos incrementos durante cinco años, se obtendrían mensualmente un aproximado de 2.5 millones, lo que anualmente sumaría 30 millones aproximadamente. Para simplificar vamos a suponer que esta cantidad sería constante, con lo cual, al final de los cinco años se lograría una cantidad aproximada de 150 a 200 millones. No conocemos el monto que se trata de cubrir para garantizar un funcionamiento del Sistema de Pensiones a largo plazo, pero si es cercano a la cifra mencionada, no parece que los recursos de la universidad sean insuficientes para apoyar a sus trabajadores.
Ahora, si hablamos de solidaridad, los altos mandos y funcionarios de la universidad que gozan de dobles salarios, pueden aportar de manera solidaria 10 mil pesos mensuales promedio, cantidad que no afecta más del 40% de su salario como funcionario, porque el de académico no participaría en esta ecuación. Considerada esa cantidad por 2500 mandos, se lograría que en un año se pudiera cubrir la cantidad para los 24 mil trabajadores y con ello dar viabilidad al fondo de pensiones. Incluso, el monto considerado de $10 mil puede bajar a $6 mil mensual y aun así se lograría la cantidad equivalente que pretende cubrir en cinco años.
Si esto fuera poco, debemos recordar que orgullosamente “somos dueños” de uno de los mejores teatros del mundo, según comentario del nuevo director que tomó posesión del cargo la semana pasada. Sin duda que esa también puede ser una fuente de financiamiento, claro, antes de pensar en qué tanto el nuevo presupuesto constitucional como los dividendos del Teatro Telmex y demás entes del negocio cultural, se destinen a la construcción para la ampliación de la oferta educativa de la universidad, con maestros mal pagados y todas sus consecuencias. No debería olvidarse que la Universidad de Guadalajara es pública, por lo que su prioridad es la educación y no los negocios culturales.
En síntesis, sobre el tema de las pensiones hay que enfatizar dos cosas: primero que esta situación crítica no la causamos los trabajadores; segundo, que la universidad tiene recursos para resolver el problema y no lo hace. Por lo anterior debemos rechazar con un rotundo NO al aumento en las aportaciones del Sistema de Pensiones de la Universidad de Guadalajara. El tema de las pensiones es una cuestión laboral que deben atender quienes son los representantes sindicales de las y los trabajadores. Los sindicatos existen para defender los intereses del trabajador; las universidades públicas para formar ciudadanos y profesionistas. Si los primeros solo son organizadores de comidas, convivios y similares, y las segundas se dedican a construir recintos culturales de talla mundial, ninguna de esas acciones garantiza nuestra supervivencia cotidiana y vida digna.