Raúl Gerardo Acosta García
Cuando las gotas de agua se reúnen y viajan juntas en un río, reúnen historias en su andar. La vida a su alrededor se ve reflejada en su andar. Nuestro río, el Santiago (en El Salto, Jalisco), solía ser un fiestero de buen humor, contento de jugar con niños que brincaban en sus corrientes, de ser el hogar de muchos peces, y de apaciguar la sed de otros tantos animales, incluidos nosotros sus vecinos.
Ahora, el mismo río anda muy triste. Parece quejarse de que sus corrientes tienen ya poca agua y más porquería. Su color oscuro y su olor repugnante se deben a una mezcla entre desechos industriales, desagüe de millones de habitantes de la megalópolis de Guadalajara, agroquímicos que escurren de las plantaciones y lixiviados que escurren de un enorme basurero que ahora es nuestro vecino.
¿Qué historias nos dice el río ahora? Pues nos habla en voz alta y clara de la podredumbre entre quienes deciden en el gobierno. Los políticos conocen muy bien nuestro sufrimiento. Se los hemos hecho saber en numerosas ocasiones. Es evidente para cualquiera que nos visita. Ellos, sin embargo, dicen que no pueden solucionar nuestros problemas, pues ahuyentarían inversiones en la zona.
Y es que nuestros vecinos industriales son los favoritos de los políticos. A ellos los apapachan y les perdonan todo. Incluso el no cumplir con las normas. A nosotros, en cambio, que somos testigos de las enfermedades que nos aquejan, que vemos a nuestros hijos y hermanos enfermar cada día, no nos dan nada.
El río atestigua cada día y cada noche cómo miles de litros de esas sustancias insalubres y riesgosas lo inundan y sofocan.
A nosotros nos motiva el recuerdo del otro río, del que pasaba por ahí mismo antes. Su limpieza y frescura nos contagiaba la alegría. Sabemos que puede ser así de nuevo. Sabemos que, si llevamos nuestra historia a suficientes personas, se podrá limpiar su flujo. Por ahora, no nos queda más que acumular un esfuerzo sobre otro para lograr que este horror sea sólo un mal recuerdo.
El tiempo pasa. El río también.